Thursday, April 24, 2008

Una historia desoladora...

…como sólo podía serlo en la Rumanía de Ceaucescu.

Otilia y Gabita, estudiantes universitarias, son compañeras de habitación en una residencia. El principio de la película muestra a las dos haciendo preparativos para algo que desconocemos. Paulatinamente se desvela. Gabita se ha quedado embarazada. Pero el aborto no es legal y se ve obligada a recurrir a un desconocido y realizar la operación en una habitación de hotel. Otilia le ayuda. El extraño practicará el aborto a la joven pero después de imponer a las dos sus condiciones caprichosas. Sin pretensiones moralizadoras, 4 meses, 3 semanas y 2 días, relata el itinerario de éstas jóvenes a través de una sociedad controlada hasta límites paranoicos.

Ceaucescu suprimió el aborto en Rumanía en 1966. Para lograr su sueño grandioso de una Rumanía étnicamente homogénea, precisaba un alto índice de natalidad rumana, la asimilación forzosa de la minoría húngara y la expulsión de las minorías alemanas y judías, identidades nacionales más vertebradas y menos alienables que la rumana.

En un régimen que asfixiaba la libertad, empleaba la brutalidad como argumento y atentaba contra la naturaleza humana, la juventud –como en todas partes- anhelaba vivir. Es de suponer que si el aborto estaba penalizado, conseguir anticonceptivos no fuese fácil. La única solución: abortar. Alrededor de medio millón de mujeres perdieron la vida en abortos ilegales, muchas desangradas en la soledad de trastiendas y sótanos. Era un problema de connotaciones políticas pero sobre todo culturales, como lo demuestra que la Rumanía actual siga aceptando el aborto como método anticonceptivo válido, con más de 300.000 casos declarados anualmente. Los rumanos, con los albaneses, llegaron en las peores condiciones sociales, morales y culturales a 1989.

El personaje de Otilia sufre la prueba más dura. Su altruismo culmina en un desenlace insospechado y trágico, que en principio no tendría por qué serlo para ella. La experiencia le llevará a cuestionar su relación, que a primera vista parecía idílica. Cuando –de camino a deshacerse de un feto con rasgos humanos ya perfectamente reconocibles- vomita de espanto, no lo hace por miedo a cometer una ilegalidad reprimida implacablemente. Es por la nausea que le provoca lo que ha visto y hecho. A través de ella se revela la inmoralidad de la situación. Hacer algo que va contra nuestra conciencia y contra uno mismo.

Cine de silencios y de dolor. Sin referencias directas al comunismo, se nos habla de aquella etapa patética en la que la gente aprendió a sobrevivir de forma inhumana. La película suscita infinita ternura y compasión hacia las protagonistas. Dos mujeres infelices, viviendo en una época terrible, envueltas en circunstancias que las vuelven más desdichadas, pues el éxito de la operación -las condiciones vejatorias en las que se ha producido provocará en ellas secuelas imborrables- no hace sino adentrarlas en una senda sórdida y devastadora.

Aunque la película retrate una época pasada, hay en ella algo atemporal. Personajes como el Dr. Morín muestran la intimidad y la miseria del alma humana. El abismo hacia el que nos empuja nuestra propia degeneración.

La España serena

Escuchemos. Hablan José Luis Rodriguez Zapatero y José Blanco. Afirma el Presidente representar la España serena. Y que la Historia nos enseña que cuando la derecha grita España, gran parte del país se pone a temblar, lo dice el número dos del PSOE. Pero claro, la serenidad a la que aspira el primero es aquella en la que media nación, la que vota PP, no pueda ejercer sus derechos políticos. El segundo desconoce la Historia.
El humor, extensión de la inteligencia, nos brinda consuelo cuando todo empuja al desconsuelo. Así, resulta más aleccionador leer a Groucho Marx que escuchar a estos políticos. Decía este humorista entrañable y lúcido: “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después remedios equivocados.” Sin duda habría definido a ambos como expertos de la política.
Los gobiernos cambian por mala gestión o porque el líder del momento no ha sabido hace valer sus razones, implicar en ellas a los ciudadanos. No es frecuente ser elegido Presidente en circunstancias tan propicias como lo fue Zapatero: un excelente legado económico, una ETA acorralada y, consecuencia de las anteriores, una imagen internacional muy valorada, debido también al ascendente de España en Washington. Como si se hubiera decidido, al igual que los antiguos egipcios, un “damnatio memoriae” o destrucción del recuerdo, se ha arruinado la herencia recibida.
La idea nuclear de ZP, que el concepto de Nación algo discutido y discutible es la clave. De esa afirmación derivan los problemas que padecen hoy los que creen en aquellas categorías que desde 1789 fundan la libertad en Europa: que el poder constituyente de la nación es previo a cualquier poder constituido. Si ETA estaba postrada, en vez de rematarla, se ha preferido postrar a la Nación e iniciar un “Proceso de Paz” y, de paso, resquebrajar el Estado de Derecho; se ha pasado de ilegalizar a Batasuna a su vuelta a las instituciones; del respeto a las víctimas de ETA a tratar a terroristas cómo hombres de paz; de una economía de ahorro a dilapidar lo que deberíamos guardar para el futuro; de las privatizaciones al intervencionismo; del respeto a las instituciones, a las broncas públicas de la Vice-Presidenta a una de las máximas representantes del Poder Judicial; de una España que era una balsa de aceite, a quemar imágenes del Jefe del Estado… Lo más dañino es el ambiente de enfrentamiento que se va instalando entre los ciudadanos españoles, fruto de la fuerte crispación política que se percibe.
En el discurso de ambos socialistas se percibe esa superioridad moral autoasignada, donde la izquierda es más demócrata y dueña absoluta de la verdad; su empeño en hablar de dos Españas, ignorando el significado de la Constitución de 1978; pero sobre todo, incapacidad autocrítica y de regeneración. De ahí que algunos de sus activos más importantes decidan marcharse y fundar una nueva formación.
¿Ha mejorado España en estos años de Gobierno Zapatero? La situación actual es la más preocupante desde la Transición. Nunca, desde 1978, se habían producido actos de repudio, listas negras y nombramientos de personas non gratas. En una democracia sana, o se cambia de emisora o se va a los juzgados. No se intenta, ni se aceptan presiones para callar a alguien por opinar.
El Sr. Zapatero, el Sr. Blanco y la izquierda en general, pronuncian incesantemente la palabra democracia. Y sin embargo, demuestran una enorme dificultad a la hora de reconocer qué es democracia.

De la mentira y la traición

Acierta Martín Prieto y falla el aforismo “se puede engañar a algunos algún tiempo pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.” Zapatero engaña siempre.
ZP es Presidente por la manipulación que él y “su pachanga mediática” hicieron del atentado terrorista más grave de nuestra historia. Ahora pretende seguir sirviéndose del terrorismo para perpetuarse en el poder, haciendo realidad el otro aforismo, “un político piensa en las próximas elecciones, un estadista en la próxima generación.”
Aznar no supo gestionar el 11-M, pero ZP ni supo ni quiso apoyar al gobierno del momento. Cuanto hubiésemos agradecido los españoles ver a los dos partidos más importantes dando una imagen de unidad ante aquella tragedia, culminando nuestra gran transición. Sin embargo, en un hecho insólito y sin precedentes en ninguna democracia occidental, Rubalcaba violó la jornada de reflexión exigiendo un gobierno que no mintiese. También, recordando situaciones previas a nuestra guerra civil, militantes del PP sufrieron agresiones físicas y algunas de sus sedes se vieron asediadas durante aquellas elecciones.
El atentado de Atocha hizo que el elemento emocional dominara un acto que debe estar impulsado –siempre- por la razón: el voto. ZP y el PSOE, olvidando cualquier escrúpulo o decencia democrática, se aprovecharon de ello.
Rubalcaba – que jamás dice la verdad- dijo que ETA nunca miente. Y ahí está el trinomio ETA-Batasuna-Gara para recordarnos la doblez de Zapatero, que -en la oposición- firmaba la Ley de Partidos mientras se sentaba con terroristas o -ya en el gobierno- aseguraba que después del atentado de la T-4, quedaban suspendidos los contactos con ETA y resulta que se han reunido y para pedir favores a los etarras (que no filtren los acuerdos pactados y no atenten antes de las elecciones municipales de mayo o las generales del 2008). ¿Existe mayor ejemplo de deslealtad?
ZP negocia con ETA desde que ha podido hacerlo y miente desde que lo hace. Y luego su desfachatez de decir que él apoyó la política antiterrorista del PP y que no se siente apoyado en la suya. ETA no cometerá más atentados mortales antes de las elecciones generales, ya que una victoria del PP supondría para ellos enfrentarse a una auténtica política antiterrorista. Y esta es la mayor traición de todas: hacer de la negociación con el terror una herramienta para permanecer en el poder.
El Presidente por accidente, como le llama Ansón, ha hecho trizas los consensos sobre los que se edificó la España pos-franquista, desde la organización territorial hasta la política antiterrorista. Ha quebrado la lealtad que juró guardar a la Constitución y a la Nación española. Ha mentido a los ciudadanos y ha engañado a la oposición. Ha tirado por el retrete 30 años de resistencia ante el terror.
Mientras a Sarkozy y a Ségolène se les llenaba la boca de patria y cerraban cada acto electoral cantando el himno nacional de su país, este Presidente no está seguro de si la nuestra es una nación o no.
Zapatero no cree en nada, no tiene valores ni principios. Todo es relativo desde el pensamiento Alicia de su mente pueril. Con él, España está perdiendo años vitales de cara al futuro, porque no se puede gobernar en lo que no se cree y no se puede hacer de la mentira una forma de gobierno.

Wednesday, April 09, 2008

La foto

Algunos la consideraron malintencionada; otros, simplemente, intencionada. Todos coinciden en lo explícita que es. Pero ya le hemos visto así en ocasiones anteriores. Sin saber donde ponerse.
Pasmados nos hemos quedado al ver la foto de un solitario ZP en la cumbre de la OTAN en Bucarest. Y no porque creamos que le interesa la política de seguridad y defensa de la principal alianza militar de la historia. A estas alturas ha quedado claro que a este Presidente, “centinela” de los intereses de España, le desagrada viajar y discutir problemas internacionales. Pero asombra que alguien que ha convertido el marketing y la ausencia de contenido en una forma de hacer política, cuide tan poco estos detalles.
Imágenes que mostraban a un Zapatero indiferente sobre su sillón cuando el resto de los mandatarios y personalidades que acudieron a la Cumbre se reúnen informalmente a unos metros de él. Cualquier persona que sepa algo de diplomacia conoce la importancia de los encuentros informales o los descansos, prolongación de las reuniones oficiales. Es el momento de acercar posturas con países de igual parecer y decir en privado lo que no puedes expresar en público o delante de oídos suspicaces.
Estupor causó también cuando se quitó los audífonos en la cumbre de la OTAN de Estanbul, allá por 2007, pues sabido era su desconocimiento de otros idiomas que no fueran el suyo. Sin traducción simultánea, Zapatero no pintaba nada. Con esta foto, ha materializado ese paletismo -incapaz de asomarse fuera del terruño- convencido de que como en España no se vive en ninguna parte.
Decía el escritor ruso Tolstoy que si ansiabas fama más allá de tus fronteras, debías escribir sobre tu pueblo. Recientemente, John Nashbitt escribía que debemos pensar a nivel global y actuar a nivel local. Solamente desde dentro hacia fuera es posible una presencia internacional sustanciosa. Es la política doméstica la que debe dar elán a un país en el exterior. ZP invierte la ecuación: considera la política exterior una manera de ganar votos radicales en el interior. Sólo es capaz de pensar y actuar a nivel local. Y claro, a mayor radicalización en el interior, mayor exclusión en el exterior.
Los gobiernos no siempre hacen lo que conviene a su país. Una mala ideología conlleva –indefectiblemente- una mala política. El “zapaterismo” ha supuesto el declive de la conciencia nacional española y todo indica que el decaimiento continuará. Innecesario decir que sin una clara conciencia nacional, poca presencia internacional se puede tener.
Arranca la nueva legislatura con un pronóstico incierto y un presidente imprevisible. Por mucho que se diga que los mandatarios se suelen centrar más en política exterior en sus segundos mandatos, todas las agendas de ZP están centradas en la política interna. Precisamente cuando interesa transmitir una imagen de fortaleza y de alianzas sólidas en la política exterior porque muchas cosas han cambiado desde 2004, nos encontramos con esta foto. Si no tienes ideas que aportar, nadie te busca o te quedas al margen, mientras los mayores toman las decisiones
La foto denota ausencia de interés, pocos principios y un grupo reducido.

Monday, April 07, 2008

Cualquiera puede ser presidente

Cada mañana ZP se dice que gobernar España es sencillo y cualquier español podría ser presidente del gobierno. Extraña manera de devaluarse a uno mismo.
Ahora se reconoce que la crisis económica es real. Y aunque tenemos que sacudirnos esta idea de que toda necesidad es un derecho y se nos de todo gratis, este tiempo que se ha negado la mayor, ha sido tiempo perdido. Al final, las medidas más eficaces serán las que adopte uno mismo.
Sorprendía esta crisis que desde el gobierno calificaban de mundial pero negaban fuera a afectar a nuestro país. Ignorar que un problema originado en un lugar del mundo (sobre todo si este lugar es EEUU) puede provocar reacciones en otro, que en principio no tendría porque verse afectado, sólo puede ser producto de un pensamiento neciamente anti-globalización.
La construcción, motor de la economía española, se ha desinflado. Quiebran constructoras y no se pagan los créditos a los bancos. Suben los precios y las hipotecas no bajan. Los inmigrantes que han venido a trabajar encontrarán que en los últimos 12 meses el paro ha aumentado un 11,7%. Trabajar es un elemento esencial en el proceso de integración social. Sin trabajo, se produce alienación. Hay superávit, insisten, pero –como decía Joaquín Leguina- cuando la economía se derrumba, éste desaparece.
El ex director del Fondo Monetario Internacional, Rodrigo Rato, ha asegurado que si la restricción de los créditos por parte del sistema financiero continúa varios trimestres "nos metería en una situación muy complicada". Y ha comparado la situación actual con la crisis de 1930.
ETA ha anunciado que seguirá matando y Rubalcaba advertía que vienen tiempos duros. ANV, o sea ETA, o sea “la cosa que mata”, ha vuelto a las instituciones por la falta de voluntad del gobierno de impedirlo. Nuestro dinero volverá a financiar asesinatos etarras. Este presidente ha admitido haber engañado a los españoles en un asunto tan delicado. La estrategia antiterrorista no parece haber cambiado. ¿Cómo se puede plantear la firma de un pacto antiterrorista con el mismo PNV que permite a franquicias etarras gobernar en algunos ayuntamientos vascos y navarros, como en Mondragón, donde fue asesinado Isaías Carrasco? De nuevo, ¿en que manos estamos?
Estos desafíos llegan en el peor momento, con una España debilitada y desunida por una política territorial que ha quebrado la solidaridad entre españoles. La “guerra del agua” y la ofensiva contra el castellano, así lo evidencia. También vemos cómo las comunidades gobernadas por partidos minoritarios y radicales que desprecian la democracia y a los españoles, reciben el mayor porcentaje de nuestros impuestos, en un reparto injusto, desigual e inmoral.
ZP ha demostrado su habilidad para mantenerse en el poder, pero no su capacidad para gobernar. Ha hecho buena aquella definición de la política como el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después remedios equivocados.
La crisis en España es total y de repente Zapatero se encuentra en una situación en la que es necesario gobernar de verdad, administrar recursos y tomar decisiones trascendentales, incluso impopulares, pero de las que depende el bienestar de muchas personas.
Y eso no lo puede hacer cualquiera.

Friday, April 04, 2008

España como proyecto fallido (II)

Aleix-Vidal Quadras escribe que en España hemos vivido durante tres décadas dando por válidas dos hipótesis que el tiempo ha revelado falsas: la primera es que los partidos nacionalistas son fuerzas políticas como las demás, que por encima y más allá de sus objetivos concretos y de su particular ideología, comparten con el resto de la sociedad española unos fundamentos morales y un marco constitucional que respetarán en todo momento la democracia y la Constitución. La segunda y más importante, que los dos grandes partidos nacionales, el centro-derecha y el centro-izquierda, están dispuestos permanentemente a cerrar filas para defender a toda costa y sin vacilaciones la Constitución y el gran pacto civil que supuso la Transición.
Actualmente están en marcha en España una serie de proyectos de reformas constitucionales y estatutarias que representan modificaciones significativas cuando no la ruptura con el pacto civil de 1978. Estos “cambios” del presente orden constitucional buscan, en opinión de Vidal Quadras, liquidar a España como Nación. Igualmente hay en marcha una negociación con una banda terrorista para acabar con la violencia.
El nacionalismo es una deformación de la historia que entremezcla localismos tribales con hechos legendarios; una ideología que se proyecta constantemente hacia el futuro desde un pasado idílico que nunca existió, evitando el presente, que es donde residen los problemas de los ciudadanos. Vive instalado en la irresponsabilidad permanente. Sólo cabe combatirlo hasta la marginación política desde la unidad de los demócratas y el conocimiento de la historia.
Los terroristas etarras son la expresión violenta del nacionalismo elevada al paroxismo más abyecto. Al recurrir a la violencia los terroristas demuestran que no asumen el diálogo y el intercambio de ideas; su total incapacidad para adaptarse a la vida democrática. De conseguir la independencia aquello no sería una democracia sino una dictadura totalitaria. Con el terrorismo no se negocian treguas. Si quiere participar en la vida política que condene y renuncie a la violencia, y sino, se le combate y persigue. Se le aplica el Estado de Derecho.
Hoy Francia niega toda posibilidad de iniciar cualquier negociación con ETA, y cosa insólita, nos lleva la delantera en la lucha contra la banda terrorista. Igualmente, el gobierno británico suspende la autonomía de Irlanda del Norte cuando descubre que el IRA se está rearmando. Y no pasa nada porque actuar así es normalidad democrática. Lo anormal, lo insensato, es pactar con los terroristas el fin de la violencia, porque eso implica reconocer una interlocución política a quiénes ejercen el terror.
Zapatero no busca la unidad con el PP para construir España, prefiere acuerdos con nacionalistas y negociaciones (iniciadas en plena vigencia del Pacto por las Libertades) con terroristas –porque HB es una organización terrorista- para marginar a la derecha y a medio país de la vida política. Zapatero ha convertido al socialismo español en una ideología de destrucción en vez de construcción nacional. Zapatero ha puesto en peligro la base misma de nuestra convivencia.

España como proyecto fallido (I)

Siempre es aconsejable leer a sabios. El ensayo España Invertebrada de Ortega y Gasset, aunque escrito en 1921, es de una actualidad sobrecogedora. Es un estudio sobre los problemas de España al hilo de una interpretación de su constitución histórica.
Decía el filósofo que lo que define una nación es un proyecto sugestivo de vida en común; que los grupos nacionales no conviven por estar juntos, sino para hacer algo juntos. En su opinión la unidad española se hace para realizar una gran empresa.
España fue el primer estado moderno (utilizo la palabra estado en su acepción burocrática y administrativa) de Europa; ocurrió en 1492. Y en 1812 -en Cádiz- se redactó la primera constitución liberal de todas las que vendrían después en el siglo de las revoluciones liberales europeas. Esta Constitución respondía a los nuevos principios abstractos definidos tras la revolución francesa. Por encima de todos destacaba el artículo 3, que decía que la soberanía reside esencialmente en la Nación, y por tanto, es derecho exclusivamente suyo establecer sus leyes fundamentales.
Tampoco está de más recordar que la Constitución de 1978 fue consensuada por todos los partidos políticos. Su proemio invoca “la Nación española”, y el artículo 2º explicita: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles; y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.”
El columnista Arcadi Espada escribía recientemente (EL MUNDO 4-12-06) que la base para que nuestra democracia funcionara fue que tanto la derecha como la izquierda aceptaran una Constitución para todos, en la que el espíritu de la reconciliación estuviera por encima de las ansias de revancha. Era preciso enterrar las dos Españas para construir una España única de manera conjunta. Por eso es fundamental que los dos grandes partidos estén de acuerdo sobre los aspectos básicos para el desarrollo histórico del país, es decir, los que tengan mayor capacidad para unir a los españoles: el modelo territorial del Estado y la defensa de la libertad y la democracia frente al terrorismo. Por esta razón –sigue Espada- el cuestionamiento del modelo de Estado y la ruptura de la unidad frente a ETA dañan el consenso, base de la Constitución del 78.
A la hora de "definir la grave enfermedad que España sufre" Ortega advertía que muchas de estas dolencias españolas son comunes a toda Europa, aunque resultan menos visibles. También, frente a la idea tradicional de la decadencia de España, Ortega opinaba que esta decadencia no había existido, por no haber habido nunca un estado normal de salud. Con el Presidente Rodríguez Zapatero esta anormalidad se ha acentuado hasta tal punto que hacía tiempo que no se vivía la presente crispación política y social. Porque una nación –decía Ortega- es un sistema dinámico, una empresa, y por tanto o se está integrando o se está desintegrando.
Nuestro filósofo escribió su ensayo hace casi ochenta años, lo que evidencia, además de la vigencia de su obra, la gravedad de la situación. Lo poco que hemos avanzado. Pasados los siglos seguimos cuestionando si España es una nación.

Primarias y democracia

En el siglo XIX, Alexis de Tocqueville viajó por los Estados Unidos de América. Entre las cosas que más llamaron su atención, ninguna le sorprendió tanto como la igualdad de oportunidades.
En la España preelectoral del siglo XXI aguardamos a que las cúpulas de los partidos -una persona rodeada de otras de capacidad desconocida- nos indiquen a los candidatos que hemos de votar. En EEUU ocurre lo contrario: Los electores van descartando los candidatos que se ofrecen, para luego escoger entre los dos que hayan logrado reunir un máximo de consenso en torno a sus propuestas y personas.
Las presidenciales norteamericanas están en fase inicial, lo que se llama primarias. Todo está en juego: la personalidad de los candidatos –hay que estar hecho de una pasta diferente para semejante carrera, el electorado al que éstos dan voz y aspiran representar, los grandes planteamientos ideológicos y políticos, así como la visión del mundo de cada candidato. Todo acabará siendo de enorme importancia.
Así funciona una democracia auténtica. Lo que tenemos aquí, es un acto completamente burocrático que así hemos bautizado porque hay urnas y un día de elecciones, además de debates, cuando los hay.
Representar a los ciudadanos no es cualquier cosa. Si alguien quiere hacerlo, que se lo trabaje. Que desarrolle un programa con ideas propias. Que persuada que sus iniciativas son mejores, incluso frente a otras de miembros de su mismo partido. Y sobre todo, que busque financiación y no utilice recursos del Estado para fines propios. El sistema en España recuerda a la teoría del Profesor Bayart sobre África, donde el poder no es visto como un servicio al estado sino como acceso a sus recursos, donde gente sin otro mérito que la fidelidad al clan/partido, nunca al votante, se aprovechan.
Se trata de votar personas con ideas, no partidos con dogmas. Las listas cerradas, la disciplina de partido y el caudillismo son fórmulas de dirigismo político que alejan a los ciudadanos de su condición de tal y les acerca a la de súbditos. Pero sobre todo, perpetúa parásitos en posiciones de responsabilidad.
¿Quién renunciará al coche oficial y las prebendas si nadie responde? Las primarias es la mejor manera de que candidatos y votantes se conozcan, de que los primeros se ganen la confianza de los segundos, de que éstos se convenzan que aquéllos desean servirles y, de que en caso de que les fallen, puedan ser sustituidos por otros.
En EEUU hubo demócratas que apoyaron la invasión de Irak y republicanos que se opusieron a ella. ¿El motivo? Sus votantes. ¿Alguien imagina a Blanco votando en contra de una iniciativa de ZP? Y, ¿a Zaplana en contra de Rajoy? Cada congresista americano ha hecho campaña y ha sido elegido por los ciudadanos, que le han votado en base a un programa electoral, del cual es responsable ante estos. Se ha establecido una especie de contrato entre ambos.
Alberto Ruiz Gallardón no encarna lo que yo considero ideas liberales. Sin embargo, no es fácil apreciar un sistema que le impide dar rienda suelta a sus legítimas aspiraciones políticas y ambiciones profesionales. ¿Por qué no va a poder concurrir en calidad de candidato a lo que sea si los ciudadanos así lo deciden?

El "plus democrático" de la izquieda

Desde la óptica de nuestro tiempo, cobran especial relevancia las revoluciones liberales europeas del siglo XIX, infancia de nuestro sistema político más preciado, la democracia. De actualidad, pues hace década y media se derrumbó la otra gran alternativa gestada en el siglo decimonónico: el comunismo. De actualidad también, porque resurge un populismo socialista en toda América Latina.
Aquí, el libro de Martin Amis, Koba el Temible. La risa y los Veinte millones, es revelador. Una obra no apta para algunos, que difícilmente aceptarán la afirmación del autor de que Stalin, a diferencia de Hitler, sí hizo todo el mal que pudo. No se trata de establecer ninguna aritmética grotesca entre un dictador sanguinario y otro, sino de dilucidar la raíz totalitaria de una de las ideologías que dominaron y dominan el espectro político a nivel nacional e internacional.
En contraposición a las ideologías del siglo XIX –democracia y liberalismo-, que hacían de la libertad del individuo objetivo fundamental, los regímenes fascista y nazi anteponían la omnipotencia estatal a los derechos de los ciudadanos. Ninguna de las dos es una degeneración de la tradición conservadora y liberal, a la que repudiaban. En cambio, si los siglos XVIII y XIX fueron para la izquierda de creación y elaboración, el XX fue el siglo de la pereza mental. Durante años, los regímenes comunistas han sido el reflejo que la izquierda ha querido ver en el espejo y para muchos socialistas, la Caída del Telón de Acero supuso una catástrofe.
Conocidos son los nombres de Dachau, Auschwitz-Birkenau, Treblinka, Mathausen. Extraños los de Kolymá, Solovky, Perm, Vorkutá, Sandarmoj, Belomorkanal, Solovetski, en los que perecieron muchos más seres humanos. Los que nombran los campos nazis, creen que fueron producto de una aberración ideológica derechista, mientras, si por algún casual, conocen el gulag o las masacres estalinistas, no relacionan tales atrocidades con la ideología izquierdista.
Resulta curioso constatar cómo la ideología que perdió la guerra fría y ha causado –y sigue causando- el mayor número de muertos y represaliados políticos de toda la historia ha logrado mantener un plus de legitimidad y un aura de “más democrática” que la derecha; cómo la izquierda intervencionista y, por tanto, antiliberal, –la misma que pone a Cuba como ejemplo de paraíso democrático- ha logrado aparecer ante la sociedad y ante la Historia como la promotora de los mayores beneficios para la democracia y la humanidad. Lo que Juan Manuel de Prada denomina “chollo ideológico de la izquierda”. La aceptación de que la izquierda siempre tiene razón.
La izquierda no sólo ha logrado darnos esquinazo sobre su genealogía, sino que ha asignando a la derecha una que no le corresponde. Lo advertía Jean François Revel, “la primera de las fuerzas que mueven el mundo es la mentira”.
En España, Zapatero se declara “rojo” y “heredero de la II República”, presidida por Manuel Azaña, para el que –mientras quemaban iglesias, saqueaban conventos y asesinaban a curas- “la vida de un republicano valía más que todas las iglesias de Madrid”. Frases que descalifican a sus autores; les retrata y deslegitima como demócratas y gobernantes. Ambos personajes son verdaderos ensayos sobre el poder, sobre cómo se accede a él y cómo se mantiene, cómo aquellos que anhelan lograrlo o mantenerlo, tienden a sacrificar cualquier cosa y a cualquiera en su nombre.

Cuatro años más de nada

Hacerse hueco en la escena internacional cuesta trabajo. Perderlo no. Los cambios en Europa, el fiasco populista y la crisis con EEUU minan la presencia internacional española.
Reconozcamos –todos- que fue la labor del PP en materia económica y antiterrorista lo que hizo que el mundo se fijara en España. Nuestra entrada en el euro nunca será reconocida en su totalidad, sobre todo, teniendo en cuenta la situación heredada, con un déficit que superaba al declarado por el gobierno saliente en un 2%. Que acusen al PP de falta de diálogo social. El enorme ajuste estructural necesario para cumplir con Maastricht, lo imposibilitaba. ¿Cuanto nos ha costado a los españoles el talante de ZP con nacionalistas y sindicatos?
Los que esperaban una verdadera regeneración democrática y votaron a Aznar acabaron más decepcionados con él que los que no le votaron. Irak es lo único que éstos encuentran para echarle en cara.
En un mundo globalizado, las fronteras entre política nacional y política internacional están cada vez más desdibujadas. ZP jamás comprenderá esta máxima. Retirar las tropas de Irak era legítimo. Enviarlas también. Pero era responsabilidad suya hacerlo de manera que los intereses nacionales -que no son los suyos ni los de su partido- no se vieran perjudicados. Otra máxima que el PSOE no alcanzará.
La política exterior de un país es la extensión de sus principios y valores. ¿Qué política exterior se puede hacer si no se cree en la nación que se gobierna? Nuestros soldados arriesgan la vida por unos valores y unas ideas que el presidente desprecia.
ZP negociaba con ETA antes de alcanzar el poder. La primera vez que cedió al chantaje terrorista. Al no apoyar al gobierno de Aznar frente al atentado más grave de nuestra historia, volvió a ceder. De Juana Chaos sería la tercera. Si Zapatero es incapaz de combatir a los terroristas en el ámbito nacional, ¿cómo va a hacerlo en el internacional? Tras el 11-M, el terrorismo tomó buena nota de cómo reaccionan este presidente y parte de la población española ante un atentado en vísperas electorales. Isaias Carrasco es la prueba.
ZP ha partido España en dos y bajo su presidencia se ha descompuesto el tejido social de la nación. Como consecuencia de su radicalidad, se ha creado el espacio de centro que tantos españoles reclamaban: el partido de Rosa Díez. Los mismos que dieron la victoria al PSOE en 2004 han votado ahora por el PP, mientras que ZP ha sido reelegido con votos de nacionalistas radicales y comunistas rancios. ¿Para qué votar a ERC si el PSC va más lejos que él? ¿Para qué votar a IU, si el zapaterismo ha ido más allá que los ex comunistas reciclados en “ismos”?
Que muchos ciudadanos no se sientan representados por este presidente es legítimo. Pero que un presidente renuncie a representar a más de la mitad de la población es insólito. Así, el conflicto social está servido. La connivencia de este gobierno con los sectores más fundamentalistas, ha obligado al PP a hacer campaña en condiciones perfectamente denunciables ante la UE y la OSCE.
¿Qué esperar en esta legislatura? Nada, nos esperan cuatro años más de nada.

Israel

Medio siglo en guerra sin regresiones en su democracia hacen de Israel un caso extraño. Extraño por su blindaje democrático; extraño en su entorno, la mayor concentración de dictaduras por kilómetro cuadrado del planeta; extraño porque implica haber aprendido de su historia.
La creación de un refugio insobornable contra la barbarie era la única opción después de la barbarie. Israel, creado para acoger a los supervivientes de aquel holocausto, y a todos los judíos que deseasen participar en el proyecto nacional, resulta de un judaísmo laico, que aprendió dolorosamente que, en ocasiones, sólo con las armas se defienden la democracia y los derechos humanos, que son lo mismo, al fin y al cabo.
Su judaicidad -único estado judío del planeta- debe leerse en clave cultural, no religiosa. La Torá no ordena la vida en Israel; es una justicia civil e independiente y después de las Fuerzas de Defensa Israelíes, la institución mejor valorada por los ciudadanos, verdadero indicador de la calidad democrática de un estado. Los puristas religiosos no reconocen el Estado de Israel y son su peor tragedia.
Este pueblo, al que el historiador Paul Johnson considera el “más constante de la historia de la humanidad”, ha forjado en sesenta años un estado democrático, secular y moderno. Hoy, el PIB anual israelí supera al de sus vecinos combinados y, por separado, al de los países árabes productores de petróleo. Seis millones de israelíes producen más de $100,000 millones; mientras que más de ochenta millones de árabes en Egipto, Siria, el Líbano y Jordania, apenas producen $82,000 millones. Israel invierte $1.200 por persona en educación, mientras el mundo árabe no supera los $110 y tiene una tasa de analfabetismo del 40%. Israel posee el número de ingenieros más alto del mundo y ocupa el primer lugar mundial en científicos y tecnólogos expertos. Israel, exportador de alta tecnología, está mucho mejor situado que el mundo árabe para afrontar los desafíos y oportunidades de la economía del siglo XXI.
Es como dice George Will, columnista del Washington Post: “No es que Israel sea provocativo; el que Israel sea es provocativo.” Su existir evidencia la incapacidad de los dictadores árabes para desarrollar estados democráticos y económicamente solventes.
Pero además, Israel es Occidente. Luchando contra Hamás y Hizbollah, hace una contribución enorme al combate global contra el terrorismo islamista, el mismo que amenaza los valores universales que representa Occidente, pero que los europeos defendemos con menos convicción. La solidaridad con Israel en la lucha contra el terrorismo no es un acto gratuito. Admitámoslo, americanos e israelíes nos hacen el trabajo sucio.
Este pequeño estado es también un recordatorio al mundo entero de la necesidad ineludible de sacrificarnos para salvaguardar aquello que nos es más querido y que nos hace únicos: nuestros valores, nuestro acervo cultural, nuestra civilización, si es que de veras los estimamos. Israel, única democracia en Oriente Medio, está amenazado por la continua agresión. Su derrota o desaparición supondría el auge del radicalismo islamista y la pérdida de la única referencia para poder transformar aquella región.